Don Álvaro o la fuerza del sino.







E S C E N A Ú L T I M A

Hay un rato de silencio; los truenos resuenan más fuertes que nunca,

crecen los relámpagos, y se oye cantar a lo lejos el Miserere a la

comunidad, que se acerca lentamente

VOZ DENTRO. Aquí, aquí; ¡qué horror! (DON ÁLVARO vuelve en sí, y

luego huye hacia la montaña. -Sale el P. GUARDIÁN

con la comunidad, que queda asombrada.)

P. GUARDIÁN. ¡Dios mío!... ¡Sangre derramada! ¡Cadáveres!... ¡La

mujer penitente!

TODOS LOS FRAILES. Una mujer!... ¡Cielos!

P. GUARDIÁN. ¡Padre Rafael!

DON ÁLVARO. (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso,

dice:) Busca, imbécil, al P. Rafael... Yo soy un enviado

del infierno, soy el demonio exterminador... Huid,

miserables.

TODOS. ¡Jesús, Jesús!

DON ÁLVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo,

perezca la raza humana; exterminio, destrucción... (Sube

a lo más alto del monte y se precipita.)

P. GUARDIÁN (Aterrados y en actitudes diversas.) ¡Misericordia,

Y LOS FRAILES. Señor! ¡Misericordia


Ángel de Saavedra, Duque de Rivas.

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