Sesión 10. Metaliteratura y cine dentro del cine.

El término metaliteratura se refiere a ese tipo de literatura cuyo tema es la propia literatura, y se puede describir el acto de la escritura, de la lectura o el trabajo del escritor. Hay muchos autores que han hecho metaliteratura como Enrique Vila-Matas, Borges, Torrente-Ballester o Javier Cercas. 
En el cine también hay un fenómeno parecido y son esas películas que hablan sobre rodajes, industrias cinematográficas, actores, salas de proyecciones, etc. Aquí dejo algunos ejemplos de estas producciones:

El Aviador (2004), sobre la vida de Howard Hughes, productor de cine de Hollywood.





El crepúsculo de los dioses (1950), donde se narra el encuentro entre un joven guionista y una antigua estrella del cine mudo venida a menos. 


Arrebato, película dirigida por Iván Zulueta (1980) sobre un extraño director de cine.















Cinema Paradiso (1988), una historia de amor por el cine.















Aquí  hay más ejemplos de "cine dentro del cine".

Consigna: Tenéis que escribir un relato utilizando como tema la escritura o la lectura, así, haréis metaliteratura. Vuestro relato se puede basar en el proceso creativo, mundo literario, los libros, el trabajo del escritor...

Objetivo: Conocimiento de la metaliteratura y creación metaliteraria.

Extensión: Una página.


Ejemplo:

Se enfrentaba a la hoja en blanco como si de una batalla se tratase, con algunas armas y conteniendo el miedo. Desde siempre supo que era escritor, aunque no comenzara a escribir hasta pasados los cuarenta. De la misma manera que no entrenaba para correr, pero en caso de peligro podría huir o no había peleado nunca pero podría defenderse de necesitarlo, sabía con certeza que antes o temprano sentiría la necesidad de contar usando tinta y papel. Hasta los cuarenta había vivido en literatura, los sucesos que le acaecían los analizaba desde la perspectiva de un narrador, también disfrutaba escuchando y contando historias, poniendo oído a lo que escuchaba por la calle o imaginando historias sobre personas que  apenas conocía. 
El día en que comenzaba una novela era especial y le hacía recordar el momento exacto en el que se convirtió en escritor. Fue en un tren destino a Lugano, de allí provenía la mitad de su familia. Iba a asistir al entierro de su padre, además a un amigo le habían diagnosticado una grave enfermedad y pensaba en suicidarse. Rodeado de muerte, en ese tren se preguntó por qué él sí quería seguir viviendo. Tomó lápiz y papel y comenzó a escribir unas cuantas reflexiones sin un plan determinado. Esas reflexiones después se convirtieron en un libro, no tuvo demasiado éxito, pero sí algunas críticas buenas. Sin embargo, el demonio de la escritura ya le había tentado. Con el segundo libro consiguió un premio importante, con el tercero un sustancioso contrato, el cuarto fue una reedición del primero y tras este último han venido las dudas. 
Antes de comenzar a escribir tenía miles de historias rondándole, algo que alguien le contó, algo que ha leído en el periódico, un sueño o una situación inventada. Todo lo apuntaba, el día antes releía hasta descubrir algo que lo ilusionara, que le despertara interés y tuviera la necesidad de llevarlo a cabo. El día en que escribía la primera frase, siempre hacía el mismo ritual, se levantaba temprano, iba a la estación de tren, miraba horarios y cogía uno que le llevara como mínimo a un lugar que estuviera a cinco horas de distancia. En ese tiempo ponía en orden sus ideas, elegía tema y comenzaba a escribir. Se quedaba un tiempo en la ciudad de destino y cuando regresaba a casa ya era otro, volvía a las mismas cosas, a la oficina, a los fines de semana con los niños; pero a partir de ese momento vivía dos vidas, la suya y la de los personajes sobre los que escribía. 
Ese día cogió el tren destino a Barcelona, durante el trayecto navegó por internet, miró los periódicos y revisó su agenda intentando divisar a la inspiración, pero no se le ocurría nada. En esos momentos estaba viviendo una separación, su editorial lo presionaba para entregar un nuevo libro y su madre había muerto hace poco.  Allí se dio cuenta de que su vida pesaba más que la de aquellos personajes que pretendía crear y que sus pensamientos eran más oscuros que la tinta con la que quería rellenar unas quinientas páginas blancas. En un tren supo que ya había dejado de escribir y que no lo haría nunca más, que había perdido la batalla y con ella un arma más con la que enfrentar la guerra.

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